Por Xiomara Ramos Vásquez
Una mirada muy personal del nuevo presidente de la Comisión del plan en el Concejo de Bogotá.
Javier Palacio Mejía
Hoy es miércoles, pasado el medio
día, un compañero de trabajo me hace la solicitud de que describa desde mi
óptica de esposa a Javier. ¿Cómo es Javier, el esposo, el padre, el amigo, el acompañante
de mi vida?
Que curioso, una pregunta tan
frecuente, tan sencilla, no obstante, muy pocas veces me había detenido en
ella, tal vez, claro, porque he
aprendido- como todos los demás- a convivir con la persona, con ese ser humano
poseedor de grandes virtudes y de molestos defectos.
Me siento, pienso, reflexiono,
hago uso de mis recuerdos, han pasado ya casi doce (12) años desde que conozco
a Javier, me sorprende percatarme de cómo pasa el tiempo sin siquiera advertirlo.
Nos encontrábamos finalizando ya quinto semestre de nuestros estudios
universitarios- ambos somos abogados graduados de la Escuela de Derecho de la
Universidad Sergio Arboleda- joven, alegre, distraído, amiguero; muy amiguero,
esas son las cualidades que me llamaron la atención en Javier; lo hacían
distinto de todos los demás.
Ahora que me detengo a pensarlo,
desde ese entonces se hace palpable su vocación social y política, puedo
asegurar entonces con toda propiedad, que es algo innato, no se hace se nace
para ello. Apenas pasado un semestre de habernos conocido, Javier emprende la no fácil tarea de aspirar
a ser edil; con cuanto gusto, dedicación, empeño y pasión se dedica a esta
labor, no sé cómo no pude visualizar
desde ese entonces que ese iba a ser su proyecto de vida. El tiempo ha pasado,
Javier ha logrado en este aspecto grandes triunfos y también, por supuesto ha
aprendido lecciones de las derrotas. Estas experiencias constituyen la materia
que sustenta aquello en lo que en este momento se ha convertido.
Bueno pero como todo no es
trabajo, muchos son los aspectos que componen la vida de un ser humano, como
padre, es un hombre complaciente, amigo, cómplice, divertido, educador, muy
observador, que intenta aprovechar al máximo el tiempo que disfruta con su hija;
pocos logran entender la magnitud del sacrificio que realizan a aquellos que
dedican su vida a la política, se trata
de una tarea interminable, inagotable que por lo general demanda más tiempo del
usual en realizarse por lo cual el espacio en familia es lo más valioso,
preciado y salvaguardado.
Como esposo, es un hombre conciliador,
un gran consejero, reservado, consentido aunque en algunas ocasiones un poco
terco y obstinado, tal vez esto sucede porque cuando asume una causa la hace
tan suya que la defiende a toda costa, aun cuando sabe que la batalla se
encuentra perdida. Eso es sin lugar a dudas lo que caracteriza a Javier, el
ahínco con el que lleva a cabo todo o que se propone, esa fuerza de la que
impregna a los objetivos que se traza como metas para cumplir, es un luchador,
no se rinde en la dificultad ni en la adversidad, su carácter fuerte y crítico
lo convierten en un hombre reflexivo y estratega. Si se me permite, en resumen
Javier es un gran ser humano y buen hombre.
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